27 de enero de 2008

Hipermercado E.Leclerc (segunda parte)

Esta es la segunda parte del reportaje gráfico y de la historia del hipermercado E.Leclerc. Si no has leído la primera parte, puedes hacerlo aquí.

Al fondo de la sala de ventas estaban los productos frescos (charcutería, carnicería y pescadería) así como la panadería – pastelería.

Detrás de las vitrinas y mostradores de productos frescos estaban las cámaras frigoríficas y las salas de empaquetado y elaboración, mientras que en la trastienda de la panadería – pastelería además de las cámaras existía una cocina y dos hornos industriales.

El almacén no era demasiado grande pero estaba perfectamente distribuido con enormes estanterías en las que colocar los palés.

En él han terminado, además de diferentes productos, algunos expositores de marcas tan conocidas como Nintendo y Duracell, una máquina de refrescos e incluso ¡una furgoneta!

Justo encima de la entrada estaban las oficinas...

... los vestuarios de hombres y mujeres…

… cinco despachos…

… la sala de empleados…

… los aseos del personal…

… el archivo…

… la sala de reuniones…

… y un minúsculo local en el que se rotulaban los carteles con las ofertas.

Volviendo a la superficie destinada al público, la línea de cajas estaba formada por 18 puestos de los que uno de ellos, concretamente el número 10, tenía un ancho especial para las sillas de ruedas o los carritos de bebés.

15 locales de todo tipo se sucedían a lo largo de la galería comercial, aunque sólo se pueden identificar hoy en día una tienda de bricolaje, una lencería – tienda de regalos y un quiosco de prensa.

El hipermercado que primero fuera Champion y posteriormente E.Leclerc de la pequeña localidad gala de Saint Vincent de Tyrosse sigue esperando que algún comercio importante se instale allí.

De momento sólo puede ver a los clientes que, 100 metros a la derecha, visitan a su “hermano mayor”


Texto: Tomás Ruiz
Fotografías: Daphneé García y Tomás Ruiz

7 comentarios:

Toni Solano dijo...

¡Oh, cielos! esas furgonetas francesas... He tenido una regresión a mi infancia trufada de películas de Louis de Funes.

Esperando al tren dijo...

¿Eras de los que corrías delante de ellas en el 68?
JAJAJAJAJAJAJAJA
Allí estaba la pobre aparcada, muerta del asco...
Lamentablemente no encontré el mando de la puerta.
Un saludo, "profe"

Toni Solano dijo...

Me has matado: en el 68 sólo podía correr en carrito de bebé :-)

Esperando al tren dijo...

Muy mal, muy mal. Ya sabes que nuestros políticos se atribuyen cosas así, no veo por qué tu no estabas lanzando adoquines (en tu caso guijarrillos) en el Quartier Latin...

Alberto Soria dijo...

Me gusta mucho tu blog, y eso que lo acabo de encontrar. Pero en unos dias lo tendre visto de arriba abajo. Pero tengo la curiosidad de saber como se entra a eso lugares, a quien pedirle permiso y esas cosas. Te agradeceria la informacion (si se puede dar claro =) )

Un saludo

Esperando al tren dijo...

Pues es difícil dar una respuesta general a eso, Alberto.
Hay sitios que están, símplemnete, abiertos.
Otros están abiertos pero la entrada no está visible.
Otros tienen vigilancia y otros están directamente cerrados.
Loa abiertos los recorremos sin más. En el caso de las entradas ocultas, hay una serie de trucos para encontrarlas, y vas añadoendo experiencia en cada abandono.
En los que tienen vigilancia, en lugar de tratar de evitar al guarda es mejor ir a hablar directamente con él: te sorprendería el número de veces que nos dejan entrar sin más (e incluso dan las luces)
Y en los cerrados, solemos preguntar a la gente de los alrededores.
A la fábrica de chocolates, cerrada completamente, entramos porque preguntando por el pueblo dimos con el antiguo dueño.
Si te gusta el tema pásate por www.clubcela.com.
Un saludo.

Alberto Soria dijo...

Muchas gracias por la info, ya te contare cuando tenga mi primera vez =).

Saludos